Re: Relatos de mucho miedo
Publicado: Mié, 25 Ago 2010, 12:25
Es que nunca se me ocurren puzzles buenos, por eso no me animo con ninguna.
Sigo:
Alta tecnología de juguete
Durante días, Joël estuvo encerrado en el más profundo de los sótanos dando forma a su ingenio. Desde todos los pasillos, antesalas, salas, postsalas, escalinatas, recovecos, acebuches, carbohidratos y cuartos de baño se podía oír tal escándalo que el bullicio de los grumeros, a su lado, parecía una canción de cuna cantada por un traqueotomizado.
Casi al borde del colapso, el gran Gloromaso se dirigió con paso pesado y dios mediante hacia el sótano donde trabajaba Joël, pero una pesada puerta de plomo y uranio le cerraba el paso. Delante de la puerta, se había instalado un pequeño timbre con altavoz que el demoño empleaba para comunicarse lévemente con algún chambelán para que le trajese de comer, beber y fumar. Los bienes le eran entregados haciéndolos pasar por una pequeña trampilla situada en la parte inferior de la hoja izquierda del portón, pero éste se encontraba igualmente cerrado a cal y canto.
Justo cuando Gloromaso, sin poder soportar ni un minuto más la espera, arremetía contra el portón empleando para tales menesteres un ariete de media tonelada coronado por una colosal cabeza de carnero, Joël terminó su invento. Demasiado tarde, ya que en ese instante el monarca se encontraba en trayectoria de choque contra el pesado portón, a una considerable velocidad, y sin frenos. Lo que pasó después no lo recuerda demasiado bien nadie, por un lado porque no había ninguna otra persona o animal allí aparte de los dos implicados, y por otro porque se quedaron completamente groguis. Sin embargo, el invento en cuestión no sufrió daño alguno, y ambos (una vez recuperados del chocazo) salieron al patio del palacio a probarlo.
- ¿En qué consiste? - preguntó Gloromaso cuando el demoño terminó de hacer la instalación.
- Mira: esto que tenemos aquí es un condensador a pedales. La energía sicoeléctrica viaja a través de este conducto evarístico hasta llegar a los floripondios estos, que no sirven para nada pero que le añaden un toque de clasicismo romántico. Luego continúa por aquí, pasa por este sitio, se marea un poco en el serpentín, echa el pato aquí, en esta bolsita especialmente preparada para tal fin, y es propulsado en forma de protoplasma hasta este bombín de bicicleta.
- Ah.
- Una vez completado el proceso, el bombín está armado y listo para usarse. Y cuando se gaste, se puede repetir el proceso mil y una veces para recargar el bombín. Y tras la recarga 1,001 el aparato ya no sirve, pero supongo que con 1,001 recargas habrá bastante para echar a todos los grumeros.
- Ah.
- ¿Y qué hacer con el bombín, se preguntará usted?
- Ah. Digo, sí.
- Pues muy sencillo: el bombín se emplea para llenar de protoplasma las ruedas de esta bicicleta no estática que tengo aquí. Las ruedas llenas de protoplasma no sirven para ir a pasear en la bici, pero generan unas ondas de sonido que son especialmente atractivas para las acelgas, los fans de carusso y, lo que es más importante, los Smiffs de Cuello Vuelto.
- Los Smiffs de Cuello Vuelto.
- Sí, no sé si los conoce. Son una especie de aves... Bueno, son unas aves. Vienen en bandandas de a mil y pico, y su canto no suena, pero pone nervioso. Además cagan que es un gusto.
- Pero eso puede ser contraproducente para mí, señor demoño, pues ya bastante nervioso ando, y poco me gustan las cagarrutas aviares.
- Me hago cargo, señor monarca. No tema. El radio de la bicicleta es limitado y los Smiffs son muy precisos. Normalmente no se separan a más de un kilómetro de la fuente energética. Sólo tenemos que poner la bicicleta en un punto situado a un kilómetro y un metro de la valla de su castillo, que, justa y coincidentemente, resulta ser el epicentro del grumeo que tanto le molesta.
- Y así los grumeros tendrán que oír nerviosos perdidos y cubiertos de mierda hasta la coronilla.
- Verbigracia.
- Bien pues. Hagámoslo.
- Pero antes tendremos que disfrazarnos de expertos jugadores de Grumo.
(Continuará)
Sigo:
Alta tecnología de juguete
Durante días, Joël estuvo encerrado en el más profundo de los sótanos dando forma a su ingenio. Desde todos los pasillos, antesalas, salas, postsalas, escalinatas, recovecos, acebuches, carbohidratos y cuartos de baño se podía oír tal escándalo que el bullicio de los grumeros, a su lado, parecía una canción de cuna cantada por un traqueotomizado.
Casi al borde del colapso, el gran Gloromaso se dirigió con paso pesado y dios mediante hacia el sótano donde trabajaba Joël, pero una pesada puerta de plomo y uranio le cerraba el paso. Delante de la puerta, se había instalado un pequeño timbre con altavoz que el demoño empleaba para comunicarse lévemente con algún chambelán para que le trajese de comer, beber y fumar. Los bienes le eran entregados haciéndolos pasar por una pequeña trampilla situada en la parte inferior de la hoja izquierda del portón, pero éste se encontraba igualmente cerrado a cal y canto.
Justo cuando Gloromaso, sin poder soportar ni un minuto más la espera, arremetía contra el portón empleando para tales menesteres un ariete de media tonelada coronado por una colosal cabeza de carnero, Joël terminó su invento. Demasiado tarde, ya que en ese instante el monarca se encontraba en trayectoria de choque contra el pesado portón, a una considerable velocidad, y sin frenos. Lo que pasó después no lo recuerda demasiado bien nadie, por un lado porque no había ninguna otra persona o animal allí aparte de los dos implicados, y por otro porque se quedaron completamente groguis. Sin embargo, el invento en cuestión no sufrió daño alguno, y ambos (una vez recuperados del chocazo) salieron al patio del palacio a probarlo.
- ¿En qué consiste? - preguntó Gloromaso cuando el demoño terminó de hacer la instalación.
- Mira: esto que tenemos aquí es un condensador a pedales. La energía sicoeléctrica viaja a través de este conducto evarístico hasta llegar a los floripondios estos, que no sirven para nada pero que le añaden un toque de clasicismo romántico. Luego continúa por aquí, pasa por este sitio, se marea un poco en el serpentín, echa el pato aquí, en esta bolsita especialmente preparada para tal fin, y es propulsado en forma de protoplasma hasta este bombín de bicicleta.
- Ah.
- Una vez completado el proceso, el bombín está armado y listo para usarse. Y cuando se gaste, se puede repetir el proceso mil y una veces para recargar el bombín. Y tras la recarga 1,001 el aparato ya no sirve, pero supongo que con 1,001 recargas habrá bastante para echar a todos los grumeros.
- Ah.
- ¿Y qué hacer con el bombín, se preguntará usted?
- Ah. Digo, sí.
- Pues muy sencillo: el bombín se emplea para llenar de protoplasma las ruedas de esta bicicleta no estática que tengo aquí. Las ruedas llenas de protoplasma no sirven para ir a pasear en la bici, pero generan unas ondas de sonido que son especialmente atractivas para las acelgas, los fans de carusso y, lo que es más importante, los Smiffs de Cuello Vuelto.
- Los Smiffs de Cuello Vuelto.
- Sí, no sé si los conoce. Son una especie de aves... Bueno, son unas aves. Vienen en bandandas de a mil y pico, y su canto no suena, pero pone nervioso. Además cagan que es un gusto.
- Pero eso puede ser contraproducente para mí, señor demoño, pues ya bastante nervioso ando, y poco me gustan las cagarrutas aviares.
- Me hago cargo, señor monarca. No tema. El radio de la bicicleta es limitado y los Smiffs son muy precisos. Normalmente no se separan a más de un kilómetro de la fuente energética. Sólo tenemos que poner la bicicleta en un punto situado a un kilómetro y un metro de la valla de su castillo, que, justa y coincidentemente, resulta ser el epicentro del grumeo que tanto le molesta.
- Y así los grumeros tendrán que oír nerviosos perdidos y cubiertos de mierda hasta la coronilla.
- Verbigracia.
- Bien pues. Hagámoslo.
- Pero antes tendremos que disfrazarnos de expertos jugadores de Grumo.
(Continuará)